En el marco del Día Mundial de la Fobia Social, celebrado el 1 de octubre, es vital recordar la importancia de dar la mayor visibilidad posible al Trastorno de Ansiedad Social (TAS).

La Fobia Social, también denominada Trastorno de Ansiedad Social, es uno de los problemas con mayor incidencia en la población juvenil, aunque desafortunadamente sigue siendo poco conocido por la población en general, a causa de la baja alfabetización en Salud Mental, la escasa información disponible y la dificultad para detectarlo.

Las personas con TAS suelen reprimir sus emociones y tienden a no verbalizar lo que les sucede, por lo que suele pasar desapercibido por los adultos de su entorno y en caso de detectar que algo no va bien, pueden restarle importancia o considerarlo como timidez, haciendo más complicado su diagnóstico.  

Los chicos y chicas con fobia social experimentan malestar de forma continua que repercute negativamente en su funcionamiento social, físico y psicológico. El miedo que sienten ante situaciones sociales es intenso, anticipado y continuo, lo que les imposibilita o en su defecto, les supone un sobreesfuerzo realizar acciones como por ejemplo comer en público, hacer deporte, ir a una fiesta, exponer en clase o practicar deporte. A su vez, la soledad se convierte en compañera del jóven, dado que uno de los síntomas más característicos es la evitación, escapar de todo contacto social por miedo a la valoración de los demás. 

Este efecto adverso provoca en el/la adolescente una gran confusión, pues no solo no sabe qué es lo que le ocurre, sino que además la adolescencia es una etapa de gran vulnerabilidad en la que se experimentan múltiples cambios y cobra gran valor las relaciones sociales. Por ello, es crucial la concienciación al igual que la información sobre este tema.

En la actualidad, cada vez son más frecuentes las investigaciones sobre este trastorno y los estudios como Epidemiología de la fobia social en Andalucía. No obstante, aún no existe una explicación-motivo claro y exclusivo por el que una persona puede desarrollar TAS, sino que puede depender de diversas características como el contexto, vulnerabilidad biológica, educación o de la presencia de algunos factores de riesgo como pueden ser: 

• Progenitores sobreprotectores o muy exigentes
• Falta de experiencia en habilidades sociales
• Experiencias negativas en situaciones sociales

Nada más lejos de la realidad, el conocimiento previo sobre TAS ayuda a tomar medidas previas para evitar un problema oculto. Recursos como los testimonios reales de Pablo, Lucía y Jorge al igual que el Documental ANSIADOS muestran cómo se manifiesta la fobia social y a lo que deben enfrentarse tantos jóvenes. Asimismo, contribuyen en la plataforma DIGITAS a la divulgación y alfabetización en Salud Mental junto a otras herramientas orientadas a padres, jóvenes y profesionales.

  Autora: Adelina Ocaña Cruz 

Ilustración: Laura Ordóñez Torres

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BIBLIOGRAFÍA

Bados López, A. (2009) Fobia Social: naturaleza, evaluación y tratamiento. Universidad de Barcelona https://diposit.ub.edu/dspace/handle/2445/6321 

González-Domenech, P., Gutiérrez, B., Munoz-Negro, J.E. et al., Epidemiología de la fobia social en Andalucía, Revista de psiquiatría y salud mental (Barcelona), https://doi.org/10.1016/j.rpsm.2021.09.006 

Olivares, J. (2009) Evaluación y tratamiento de la fobia social en población infanto-juvenil de los países de habla española y portuguesa. Anuario de Psicología, Vol. 40, Nº. 1, págs. 7.21. Universidad de Barcelona.