Esta es la historia de Jorge contada por él mismo, un chico con el que contactamos a través de AMTAES (Asociación Española de Ayuda Mutua contra Fobia Social y Trastornos de Ansiedad) que entre otros diagnósticos, presenta el de Trastorno de Ansiedad Social (TAS). Nos cuenta como un día decide mirar al miedo de cara y luchar contra el dragón de la ansiedad social.

Si has llegado hasta aquí escuchando a Jorge, puede que te veas reflejado/a en algunas partes de su historia, o incluso, reconozcas aquello que cuenta,  en alguna persona de tu entorno más cercano. Probablemente te asalten dudas, ¿Soy una persona tímida o me pasa algo distinto?, ¿Es normal lo que me pasa?, ¿Cómo puedo pedir ayuda?, y ahora, necesites respuestas. Jorge también tenía todas estas dudas antes de saber qué estaba ocurriendo, pero no disponía de testimonios similares al que el mismo te ofrece.

El testimonio de Jorge sirve para reflejar la realidad que viven muchos chicos y chicas con ansiedad social. Su entrevista aporta visibilidad a los problemas de salud mental,  pero no solo a las dificultades asociadas a los mismos, también a las conductas y el trabajo que pueden facilitar el paso de aquello que parecía imposible, y hacerlo posible. 

“Se me despertó por un mal ”peo”, por una mala borrachera sea un día salí de fiesta agarré una buena borrachera como se suele decir”

Jorge en esta entrevista nos cuenta su experiencia con la ansiedad social, pero además, está diagnosticado de Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Este trastorno es de duración crónica, y se caracteriza por pensamientos no deseados, recurrentes e incontrolables (las denominadas obsesiones), que les lleva a las personas que lo padecen a realizar comportamientos repetitivos (compulsiones); estas últimas, las compulsiones, se realizan con la finalidad de calmar la ansiedad que les produce las obsesiones . Al igual que ocurre con la ansiedad social, las personas que sufren TOC tienen limitaciones para desarrollar una vida adaptativa en diversos contextos: social, individual o académico. Llegados hasta este punto, podríamos pensar: ¿Entonces, una persona puede presentar dos o más trastornos?, y la respuesta es sí, es lo que en medicina se define como comorbilidad; la comorbilidad, es un término que se utiliza para describir dos o más trastornos que coexisten en la misma persona, ya bien sea al mismo tiempo, o uno después de otro. Aunque la entrevista de Jorge no trate de comorbilidad, sino de su historia con la ansiedad social, queríamos aclarar este punto, puesto que, la literatura científica nos proporciona datos relevantes sobre comorbilidad en ansiedad social; y es que entre el 70-80% de personas con ansiedad social presenta otros trastornos asociados. Entre los trastornos asociados las cifras que encontramos son que, aproximadamente el 61% presenta trastornos de personalidad, más concretamente, el obsesivo-compulsivo, el 49% trastornos de ansiedad, sobre todo fobias específicas, trastorno de pánico y ansiedad generalizada, el 38% trastornos afectivos, en especial depresión mayor y trastorno bipolar, el 27% dependencia a la nicotina, el 13% abuso de alcohol, y por último, el 5,5%  dependencia de otras sustancias drogodependientes. Además, también se ha estudiado, que excepto el abuso de alcohol, todos estos trastornos están más frecuentemente asociados a personas con ansiedad social (Bados, 2009).

“Te empiezas a preguntar cuando empiezas con eso: a ver qué me pasa simplemente qué me está qué me está pasando y que hay en mi cabeza qué no funciona bien”

Imaginad ahora, que vivís miedo continuo, a ser juzgado, a qué pensaran de mí ¿qué podría ocurrir?, ¿el TAS comienza de la noche a la mañana?. La respuesta es no, este cúmulo de emociones y pensamientos prolongados en el tiempo, llega un día en el que “explota”, y es ahí, cuando inician y se van acentuando las reacciones fisiológicas, pensamientos y conductas de evitación explicadas en Trastorno de ansiedad social y timidez: dos realidades distintas. En la historia de Pablo, ya hablábamos de los pensamientos recurrentes que surgen en la ansiedad social, y en las que podrías sentirte identificado/a; como sentirse continuamente juzgado negativamente, sentir miedo o incluso pánico, y es lo que lleva, en muchas de las ocasiones a evitar situaciones sociales que lo provocan, dando como resultado que la soledad sea fiel compañera, en una etapa tan crucial como la adolescencia. Pero, ¿qué pasa en nuestro cuerpo cuando sentimos tal miedo angustioso?… Jorge nos cuenta que, habilidades motoras tan básicas como rellenar un vaso de agua o firmar un papel, le resultaba casi imposible, dado el temblor motor en las manos que experimentaba, a consecuencia de la gran ansiedad que llegaba a sentir. Y es que, experimentar reacciones corporales como son fuertes palpitaciones, voz temblorosa, temblor de extremidades, en especial, manos, sudoración, malestar gastrointestinal, boca seca, escalofríos, dolor intenso de cabeza, la sensación de un nudo en la garganta o náuseas, son de lo más común en ansiedad social. Aparte de sentir todas estas reacciones corporales, estas a su vez, hacen que el chico o chica adolescente que tiene ansiedad social, no solo experimente miedo por las valoraciones sociales del entorno, sino a que se produzcan esta serie de síntomas tan desagradables, llegando a pensar incluso, que si la experimentan algo malo les puede llegar a suceder; provocando un círculo vicioso de ansiedad entre reacciones-pensamientos.

“Me propuse hacer una lista de exposición en la que empecé a poner mis miedos de menor a mayor. Arriba del todo tenía en rojo estudiar y trabajar que yo eso lo veía como imposible. Y ahora estoy haciendo un grado superior de integración social presencial”

En el artículo anteriormente mencionado que relata la historia de Pablo, se recoge la importancia del papel de los profesionales de salud mental, no solo para empezar un adecuado diagnóstico e intervención, sino también para la persona que lo recibe, ya que, al saber qué le está ocurriendo, es positivo para sentirse comprendida y adoptar estrategias de afrontamiento. Así Jorge, nos cuenta que al saber sobre su diagnóstico de ansiedad social empezó a leer sobre ello, y pudo, de esta manera, encajar las piezas del puzzle, sobre todo, aquello que no entendía y le causaba gran malestar; ahora ya sabía qué le estaba sucediendo y pudo vislumbrar algo de luz en todo lo que había vivido durante su adolescencia. Además, con la ayuda de su psicólogo, establecieron una jerarquía de situaciones temidas por Jorge, de menor a mayor respecto al miedo que le provocaba, así ha ido exponiéndose progresivamente a ellas; logros, que a priori, puedes pensar que no son posibles de conseguir, Jorge, nos cuenta que gracias a su psicólogo y el trabajo que ha realizado él en conjunto, ha logrado, terminar sus estudios. Existen diferentes terapias en psicología para el tratamiento de la ansiedad social, la que acabamos de mencionar se enmarca dentro de la exposición in vivo. La exposición in vivo, se caracteriza por realizar, como mencionamos, una jerarquía de miedos de menor a mayor en base a la ansiedad que provoca, donde se comienza exponiéndose a las situaciones que provocan menor ansiedad; y  aborda tres objetivos: el primero, romper con la asociación existente entre la situación temida, como puede ser en estos casos, exponer en clase o hablar con personas fuera del círculo de confianza, y las reacciones de ansiedad, como pueden ser sentir miedo intenso, sudoración o temblores. El segundo objetivo es, comprobar mediante exponerse a la situación temida, que las consecuencias temidas por los pensamientos anticipatorios de la ansiedad, no ocurren. Y el tercer objetivo, y último, es aprender que los niveles de ansiedad pueden controlarse, ya sea por los recursos propios, o con técnicas enseñadas en psicoterapia, como por ejemplo, respiración profunda o técnicas de relajación (Bados, 2001). Aunque la exposición in vivo sea necesaria, es importante destacar que aplicar esta técnica por sí sola no es suficiente, ya que, si los pensamientos anticipatorios que destacamos característicos en la ansiedad social, como pensar “si salgo a exponer en clase no me va salir la voz, lo voy a hacer mal” o “si conozco a personas nuevas, van a reírse de mí”, no son tratados y sustituidos por otros pensamientos más adaptativos, la persona no será capaz de exponerse a las situaciones temidas. Por último, para establecer el tratamiento adecuado, es imprescindible un buen diagnóstico por parte de los profesionales de salud mental especializados, ajustado a las necesidades de la persona que lo recibe.

“No tanto decir que la sociedad me influye, sino qué es lo que yo puedo aportar a la sociedad. Yo también formo parte de ella; y al final te das cuenta con ese miramiento de que haciendo tú, pequeñas acciones también cambias a los demás”

Por ello, es tan importante visibilizar lo que nos cuentan nuestros/as adolescentes de su realidad  y que sean ellos y ellas los que aporten, con historias, como las de Jorge a la sociedad; para poder prevenir que la ansiedad social se cronifique y se detecte a tiempo, y así, ofrecerles la ayuda social, familiar o profesional adecuadas. La voz de Jorge es un altavoz, para que si sientes que estás pasando por lo mismo, no dudes en pedir ayuda, ya que, recibirla tiene grandes beneficios. 

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Este es un vídeo del proyecto de I+D+i / DIGITAS: HERRAMIENTA DIGITAL DE TRANSFERENCIA DE CONTENIDOS Y RECURSOS PARA ABORDAR EL TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL Y OTROS PROBLEMAS EMOCIONALES EN ADOLESCENTES PDC2021-121882-I00, financiado por MCIN/ AEI/10.13039/501100011033/ y por la Unión Europea “NextGenerationEU”/PRTR.