En primer lugar, la familia puede pensar que bueno, tampoco es un problema del que preocuparse. Es mejor no hacer nada. Ya se le pasará con el tiempo. Incluso, pueden pensar/decir “Yo mismo lo tuve de pequeño y no pasó nada”. Eso significa que la familia no creerá que se necesite actuar y que el mero paso del tiempo y “la vida” resolverán el problema. El/la adolescente por su parte no lo entenderá igual. Se sentirá incomprendido/a por su familia pues no se dan cuenta de lo mal que lo pasa. Le quitan importancia como si no fuese nada, pero mientras, él/ella se siente estúpido/a por no poder preguntar en clase o tonto/a cuando alguien que le gusta le habla…

En segundo lugar, la familia puede culpar al adolescente de lo que le ocurre, con lo que, o no quiere solucionar su problema por dejadez (eso puede generar crítica o/y hostilidad: “no, tú no te vayas a esforzar en cambiar… serás torpe”) o no sabe hacerlo por incapacidad (lo que puede generar sobreimplicación emocional: “pobrecita mía. No la han invitado a la fiesta de cumpleaños de su amiga. Le diré a su hermana que la lleve al cine con sus amigas”). De una forma u otra, el problema se agravará en lugar de corregirse.

Esas reacciones negativas descritas pueden ir creando un clima emocional cargado de tensión, irritación, vergüenza… es a lo que nosotros hemos llamado clima familiar emocional negativo, y como es lógico no ayuda ni a la familia ni al adolescente.

¿Por qué este clima emocional de la familia perjudica al adolescente tímido?
La actitud de crítica u hostil constante lleva a la persona a creérselo y a juzgarse como poco eficaz, es decir, como poco capaz de hacer cosas, que cualquier cosa que haga la hará mal y por tanto no lo intenta. Por otra parte, si los adolescentes notan sobreprotección, la aprovecharán para “manipular” a los miembros de la familia y hacer que sean ellos los que les resuelvan los problemas. Igual que haríamos cualquiera de nosotros si nos dejaran (“Llama tú a la academia de inglés, mamá, para decirles que hoy no puedo ir”). Con lo que terminarán por no responsabilizarse de sus asuntos.

¿Qué sucede si mi padre me dice que soy torpe? Que me lo termino creyendo. ¿Y si mi madre no me deja hacer nada y lo hace todo por mí? Que me doy cuenta de que ella no me deja hacer nada porque me ve incapaz de hacerlo por mí mismo. No se fía de mis capacidades, ni yo tampoco. Todo esto desemboca en BAJA AUTOEFICACIA, poca creencia en las propias capacidades para hacer frente a esas situaciones que le provocan tanto malestar. Las familias que fomentan estas actitudes son llamadas de alta Emoción Expresada (EE). La alta EE familiar contribuye negativamente al desarrollo y duración de este tipo de problemas en los adolescentes y entorpece la acción de la terapia en los jóvenes.

Lo que aquí se pretende es que estas reacciones por parte de la familia sean poco frecuentes. Con información, pretendemos contribuir a que la familia comprenda lo que le está pasando a su hijo/a adolescente, que aunque pueda dar la impresión de que actúa así porque de alguna forma quiere seguir estando así, que no se esfuerza lo suficiente, o bien que no hace todo lo que podría para salir de donde está porque no sabe; realmente no es así, es una manifestación del miedo al rechazo que siente, de la inseguridad en sí mismo, de la incompetencia que cree que tiene; y eso es lo que hay que ayudarle a cambiar, sin culpar ni forzar, sino entendiendo lo que le sucede, acompañándole a ir superando esos miedos, valorando sus esfuerzos y logros y buscando ayuda si así se necesita.