“Juventud, divino tesoro” Seguramente alguna vez hemos oído, o incluso pronunciado esta expresión, con la que el poeta Ruben Darío inicia su poema Canción de otoño en primavera, haciendo referencia a la juventud y a la melancolía de perderla. 

En este primer episodio de ENTRE CLASE Y CLASE, Teresa, Laura, Elena, Paula y Álvaro, alumnos del IES Fuente la Peña de Jaén son los protagonistas, adolescentes con los que conversamos y que responden con ganas y valentía preguntas como ¿Es la  adolescencia la mejor o peor etapa de la vida?, ¿Se sienten comprendidos? ¿Qué le dirían a los adultos? ¿A qué problemas se enfrentan?. 

El ciclo de la vida conlleva varias etapas, marcando un inicio y un final en el desarrollo de la persona, por las que de forma general, pasa todo ser humano: niñez, adolescencia, juventud, adultez y vejez. Sin embargo, el período de adolescencia-juventud, crea cierta dificultad a la hora de acotarla y entenderla.

Delimitar el periodo que dura la adolescencia es un poco impreciso, varía según el punto de vista, si es desde lo psicosocial o desde lo biológico. Se suele distinguir tres etapas: 

• • • La adolescencia temprana o inicial: comienza a los 10-11 años y termina entre los 13-15 años
    • La adolescencia media o la tardía: da comienzo entre los 14-16 años hasta los 17-19 años
    • La adolescencia tardía o “post-adolescencia”: que varía entre los 18 hasta los 24 años aproximadamente

Es obvio, que no es lo mismo tener 13 o 18 años en la población actual que hace ochenta años. Los tiempos cambian, la sociedad avanza, las características culturales y económicas, así como el entorno social experimentan modificaciones, pero la adolescencia sigue teniendo la particularidad de ser conocida como la edad “del pavo” y de rebeldía, en la que los padres se encuentran con la incertidumbre y autoexigencia de ser capaces de ayudar; se enfrentan al reto de cómo educar y actuar, así como el intento de buscar el término medio entre la sobreprotección y permisividad, sin tener un libro de instrucciones que les indiquen qué respuestas podrían dar a las  preguntas formuladas por sus hijos/as adolescentes, qué hacer para  empatizar o saber cuál es el estado emocional de su hijo o hija. No obstante, tanto madres como padres han experimentado algunas de esas incógnitas en su momento, puesto que todo adulto ha pasado por una adolescencia que forma parte de la persona que es hoy día, por lo que, si se hace el intento de recordar esos años, quizás, resulte más fácil el acercamiento y la comunicación entre el o la adolescente y sus progenitores.

Por otro lado, los jóvenes que avanzan hacia la edad adulta, caminan por un sendero en el que, deben superar obstáculos, experimentar diversos cambios corporales acompañado de miedos e inseguridades… a lo que se suma las exigencias y presión social, que a su vez, tienen influencia en la construcción de la identidad, siendo un punto clave en las relaciones con los demás y para los sentimientos de la persona. 

Este periodo vital, está castigado por estereotipos y generalizaciones, siendo, en ocasiones, despectivos. Es cierto, que la impulsividad que caracteriza a los jóvenes y adolescentes, así como la intensidad con la que viven, no es del todo bien vista por los mayores que les rodean, pero tampoco debe verse como la peor fase de la vida. Hay que ser conscientes, que para ellos/as tampoco es fácil, pues el mundo no es tan sencillo como se ve de niño, sino que empieza a tomar importancia la imagen corporal, comparándose con sus iguales y apareciendo complejos, miedos e inseguridades, así como la aceptación y sentimiento de pertenencia de grupo, teniendo más peso las amistades que la familia, del mismo modo que se prioriza el agradar y encajar que el amor propio; empiezan a conocerse, a forjar su personalidad e identidad de género, además de descubrir el entorno de la sexualidad y la atracción; se inician las preocupaciones por el futuro, medio ambiente, economía, estudios, desafío a la autoridad (de los progenitores, tutores y/o profesores), etc. 

Los y las jóvenes priorizan el aquí y ahora, con la exaltación por lo que se experimenta y se hace, valorando más la parte positiva que la negativa, pero ni la adolescencia es un cuento de hadas inmerso en un mundo de arcoíris, ni es una tormenta que desemboca en catástrofe, sino que es un choque de realidad. Simplemente es un proceso por el que se debe pasar, marcando el desarrollo de la persona, a la vez que se necesita ser escuchado. Por su parte, los adultos también tienen la tarea de acompañarlos, así como empatizar y tener la paciencia para ayudarles en esa montaña rusa en la que los chicos y chicas están inmersos. 

En el podcast, escuchamos a una alumna decir que  “a los adultos se les olvidan que han sido niños y adolescentes y dejan de disfrutar de las pequeñas cosas”. Seguramente, los y las adolescentes tengan mucho que aprender de los adultos, pero tal vez, éstos también puedan aprender de los más jóvenes, como ver la vida de otra forma o recuperando el entusiasmo, que al parecer, se va desvaneciendo con el paso de los años. 

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RECURSOS PARA ABORDAR EL TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL Y OTROS PROBLEMAS EMOCIONALES EN ADOLESCENTES PDC2021-121882-I00, financiado/a por MCIN/ AEI/10.13039/501100011033/ y por la Unión Europea “NextGenerationEU”/PRTR.